Autor: Jennifer Delgado
La vida se encarga por sí misma de ponernos ante situaciones
que generan tristeza y dolor, como la pérdida de una persona amada o los
problemas económicos. No podemos evitar esas condiciones y es normal que nuestro
equilibrio emocional se vea afectado, al menos hasta que logremos recomponer
los pedazos rotos. Sin embargo, las pequeñas decisiones que
tomamos cada día tienen un Efecto Mariposa y también afectan
nuestro estado de ánimo, mucho más de lo que suponemos. Nuestros hábitos
cotidianos nos pueden hacer más felices o sabotearnos y hacer que nos sintamos
frustrados, irritables o vacíos. La buena noticia es que ser conscientes de
estos hábitos es el primer paso para deshacerse de ellos.
1. Caminar con los hombros caídos y arrastrando los pies
Nuestro cerebro se retroalimenta constantemente de las sensaciones que recibe a través del cuerpo. Esto significa que las posturas y los gestos que hacemos sirven como indicadores de cómo nos sentimos y pueden reforzar un estado de ánimo. Un estudio realizado en la Witten Herdecke University reveló que cuando las personas caminan encorvadas, con los hombros caídos, arrastrando los pies y con movimientos mínimos de los brazos, su humor empeora. El problema es que esta forma de caminar se relaciona con la desesperanza y la depresión, por lo que activa recuerdos negativos y preocupaciones. La buena noticia es que en ese mismo experimento se apreció que cuando caminamos más erguidos y moviendo más los brazos, nuestro estado de ánimo mejora casi instantáneamente.
2. Fotografiar todo lo que encontramos a nuestro paso
Con la llegada de las cámaras digitales hemos dejado de ver el mundo con nuestros ojos y lo hacemos a través del objetivo. Sin embargo, esa tendencia a fotografiarlo todo puede pasar factura a tu estado de ánimo. Así lo confirmó un estudio muy curioso realizado en la Fairfield University en el que les pidieron a los participantes que recorrieran un museo, algunos solo podían observar, a otros les permitieron tomar todas las fotos que quisieran. Al final del recorrido, las personas que tomaron fotos tenían grandes dificultades para recordar los objetos que habían fotografiado. En la vida real esto nos indica que podrían estar perdiéndose los pequeños detalles que hacen cada momento único y especial. El lente de la cámara es como un velo que oscurece nuestras experiencias. Por tanto, intenta focalizarte en el mundo y en lo que sientes, serás mucho más feliz.
3. Procrastinar continuamente
No hay nada más agotador que el peso de las tareas incompletas. Recordar una y otra vez esas tareas simplemente es desgastante y nos pasa una enorme factura emocional. Un estudio realizado en la Case Western Reserve University demostró que aunque en un primer momento la procrastinación nos libra del estrés y la ansiedad que generan las tareas que deseamos evitar, a la larga aumenta considerablemente el nivel de tensión, disminuye nuestra eficacia e incluso debilita nuestro sistema inmunitario, haciendo que seamos más propensos a enfermar. Otro estudio realizado en la Carleton University desveló que la sensación de culpa y vergüenza que genera la procrastinación impide que disfrutemos de otras actividades, por lo que termina haciéndonos sentir muy mal. La solución es muy sencilla: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.
4. No estar solo
Pasar tiempo de calidad con los amigos y la familia es importante, el contacto cara a cara es fundamental para prevenir la depresión y ser más felices. Sin embargo, no encontrar tiempo para uno mismo también puede pasarnos una elevada factura emocional. Un curioso estudio realizado en la McDonough School of Business reveló que las personas suelen sobrevalorar cuán bien se sentirán en compañía de los demás, para descubrir que en realidad pueden disfrutar mucho haciendo algunas cosas solos. En muchas ocasiones nos limitamos y no hacemos cosas que nos harían felices solo porque no tenemos compañía y nos asusta lo que puedan pensar de nosotros, que podrían tacharnos de "raros" o "solitarios". Sin embargo, pasar tiempo con uno mismo es profundamente liberador y le hace mucho bien a nuestro equilibrio emocional.
5. Estar pendiente continuamente del móvil
¿Cuándo fue la última vez que estuviste todo un día sin el celular? Si no lo recuerdas, es una mala señal. Estar pendiente continuamente del móvil genera una gran dosis de tensión y estrés, aunque no siempre somos conscientes de ello. De hecho, las llamadas y mensajes entrantes terminan provocando una sobre-estimulación que afecta nuestra atención y memoria. Cuando sientes que tu celular vibra o suena, pero realmente no lo está haciendo, significa que tienes esa preocupación continuamente en tu mente, es un foco activo en tu cerebro. Y eso no te ayuda a relajarte. Además, según un reciente estudio realizado en la Northwestern University Feinberg, mientras más tiempo pasamos usando el móvil, mayores serán las probabilidades de sufrir depresión. De hecho, las personas con depresión triplicaban el tiempo de uso de su celular, aproximadamente 68 minutos al día. La solución es sencilla: planifica un "sabbat (descanso) electrónico" una vez a la semana o al menos medio día.
6. Practicar la multitarea
Todos, en algún momento, hemos sido culpables del pecado de la multitarea. Sin embargo, cuando hacemos de ésta un hábito, podemos autosabotearnos. Contrario a la creencia popular, la multitarea no ahorra tiempo. Un estudio realizado en la Universidad de Utah reveló que los conductores tardan más en llegar a sus destinos cuando usan sus móviles mientras conducen. De hecho, se estima que la multitarea reduce nuestra productividad en un 40%. Sin embargo, lo peor de todo es el saldo emocional que nos deja. Una investigación realizada en la Universidad de California midió la frecuencia cardíaca de los trabajadores mientras trabajaban tranquilamente o cuando eran interrumpidos por correos y llamadas que les obligaban a estar permanentemente alertas. Se pudo apreciar que la multitarea disparaba el estrés y el ritmo cardíaco, lo cual puede tener severas consecuencias para nuestra salud a largo plazo. Por tanto, es mejor hacer solo una cosa a la vez, y focalizarse en esa actividad hasta pasar a la siguiente.
7. Tomarse la vida demasiado en serio
Hay personas que se enfadan por todo, que siempre están dispuestas a atacar y tienen la queja pronta. Es normal que ante determinadas circunstancias nos enfademos e irritemos, pero si eso se convierte en nuestro estilo de afrontamiento permanente, tendremos un gran problema. Tomarse la vida demasiado en serio y molestarse por todo es como intentar mantener un gran balón de playa debajo del agua. Tenemos que hacer un gran esfuerzo porque quiere salir continuamente, lo cual nos hará tensar nuestros músculos e interrumpirá el flujo emocional. Como resultado, no es extraño que un estudio realizado en la Universidad de Michigan en el que le dieron seguimiento a 696 personas durante 17 años haya descubierto que tanto quienes responden con ira como aquellos que la experimentan pero la reprimen, tienen tres veces más riesgo de morir de forma temprana. Afortunadamente, la solución es sencilla: ríe más y aprende a enfrentar los problemas con sentido del humor.