Cuando hablamos de inversión en
sistemas de gestión de salud y seguridad en el trabajo cuyo objetivo primordial
es la prevención de riesgos laborales, la diferencia semántica-financiera del termino
“inversión” frente a su homologo “gasto” cobra una importancia capital.
Al asumir el paradigma transversal
de que toda inversión en materia de seguridad y salud en el trabajo se traduce
en productividad y disminución de la probabilidad de que la organización sea
objeto de sanciones pecuniarias (multas) por parte de los organismos
competentes de supervisar e inspeccionar las condiciones y medio ambiente de
trabajo, la diferencia entre “inversión” y “gasto” resultan ser muy evidentes.
La inversión en salud y seguridad
laboral tiene una relación directamente proporcional con las variables
siguientes:
1.- Aumento en la productividad por
la generación de “estados de bienestar”.
2.- Disminución de las probabilidades de ser objeto de sanciones pecuniarias (multas).
2.- Disminución de las probabilidades de ser objeto de sanciones pecuniarias (multas).
Cuando se analiza la primera de
las variables mencionadas, nos encontramos con que la “tasa de retorno” de la
inversión que se realice en los aspectos de salud y seguridad en el trabajo es
sumamente alta, y por ende, justifica su incorporación dentro de los planes de
inversión de cualquier empresa.
Por su parte, la disminución de
la probabilidad de imposición de sanciones pecuniarias (multas) termina siendo
la consecuencia necesaria del sostenimiento de la inversión en los aspectos
mencionados.
Finalmente, es importante
resaltar que de acuerdo a los estudios de “felicidad en el trabajo” realizados
más recientemente, toda empresa que invierte en salud y seguridad para sus empleados
termina obteniendo resultados económicos – financieros por encima de los
esperados.
Cabe Preguntarse:
¿Es una buena inversión?
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