Comentario Inicial: El presente artículo pone en evidencia como el Acoso Laboral tiene la cualidad de mutar conforme las circunstancias del entorno se lo permiten, y adicionalmente, cada vez lo hace con mayor perversidad. En la medida de que la precariedad del empleo siga afectando a nuestros países el Acoso Laboral mutará y asumirá características cada vez más inhumanas. Este flagelo requiere ser tratado como un problema de salud pública.
Pese al aumento de la precariedad, las asociaciones
languidecen por la falta de casos.
La crisis hace que germinen los aliados del acoso
laboral: el miedo a ser el próximo, el posible carpetazo a las carreras
profesionales
Una mujer
deprimida / Flickr: Michael Summers
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"Hasta
hace poco tenía dentro de mí sus gritos y sus voces y revivía todo lo que había
vivido, como en un flashback". El testimonio es de José (nombre
ficticio), y su experiencia traumática ocurrió en su puesto de trabajo. José
fue víctima de acoso laboral, un mal que, aupado por la situación de crisis y
precariedad, crece en silencio dentro de España.
Desde enero
de 2013, ACAL (Acción Contra el Acoso Laboral) ha visto como su actividad se
reducía a la mínima expresión. Los casos de mobbing aparecen con
cuentagotas, los que se encuentran en pleno proceso, se diluyen, y los
afectados prefieren no seguir con el proceso de denuncia. La crisis ha traído
el miedo a perder el empleo, y este temor ha acabado por implantar la ley del
silencio. "La gente debe estar aguantando lo indecible para conservar los
puestos de trabajo. Se ha reducido la actividad de la asociación prácticamente
en un 98%", explica a ZoomNews María Esperanza
Hernández, psicóloga de ACAL. "Sólo llegan situaciones muy extremas y
desesperadas. Y llegan los que tienen algún tipo de recurso o seguridad, como
un funcionario", agrega.
La crisis ha
traído el miedo a perder el empleo, y este temor ha acabado por implantar la
ley del silencio.
Hernández
realiza un análisis desolador y explica cómo en los últimos años, coincidiendo
con la crisis, se está produciendo una paulatina extinción de estas
asociaciones. "Ahora mismo estoy trabajando en un informe de una mujer en
Murcia pese a que yo vivo en Madrid, ya que ella no encuentra asociaciones en
su zona", explica la psicóloga.
Más allá de
los problemas causados por la crisis, como el miedo a perder el empleo y a la
precariedad, desde ACAL subrayan la negativa influencia que puede haber
supuesto la reforma laboral del Gobierno. "Ahora es más difícil
identificar el acoso laboral. La reforma permite, por ejemplo, el cambio de funciones
a la baja de un trabajador. Una situación que antes servía como síntoma",
explican.
La tapadera
José tardó
en darse cuenta de que sufría acoso laboral. Desde que comenzó a sufrir una
serie de situaciones de violencia de baja intensidad (errores que inventaban
sus acosadores, rumorología...), este trabajador sufrió varias fases, como la
negación e incluso el sentimiento de culpabilidad. Todo cambió cuando comenzó a
ojear un libro sobre mobbing y descubrió que su situación
encajaba perfectamente en el perfil que se daba en el escrito.
José
denuncia que algunas empresas incluso llegan a tener expertos en este campo:
"En algunos sitios utilizan acosadores profesionales cuando un trabajador
les incomoda. Es una situación que se ha agravado con la crisis".
Un mundo laboral
cerrado
La crisis
hace que germinen los aliados del acoso laboral: el miedo a ser el próximo, el
posible carpetazo a las carreras profesionales... "Se entra en una
dinámica del terror entre aquellos que piensan que van a ser los siguientes y
guardan silencio ante el acoso de un compañero", explica José.
"La
gente debe estar aguantando lo indecible para conservar los puestos de trabajo.
Se ha reducido la actividad de la asociación un 98%", indica una
asociación.
Por otro
lado, en algunos ambientes laborales concretos y en determinados niveles, el
acoso puede suponer un final en la carrera. "Una ejecutiva, víctima de
acoso laboral, me contaba recientemente que en su mundo está acabada, porque su
caso ha sido muy sonado y su ambiente es muy concreto", explica Esperanza
Hernández. "Algunos acosadores incluso pueden llegar a ponerse en
contacto con los nuevos empleadores para difundir rumores sobre su antigua
víctima, y el acoso pasa a su nueva empresa", agrega.
"Hay
gente que no puede con la presión del proceso y tira la toalla. Hace poco, un
chico que ya había pedido un informe pericial, aprovechando que estuvo de baja
una semana, hizo 10 o 15 entrevistas de trabajo para poder dejar su actual
puesto", señala la psicóloga de ACAL.
Sin embargo,
desde esta asociación lamentan que pese a que el acoso laboral haya sido
estigmatizado, en muchas ocasiones las empresas sigan haciendo oídos sordos.
"Muchas veces las herramientas que se utilizan para medir el acoso no
sirven, son protocolos fraudulentos. Es como si para medir la temperatura
utilizásemos una veleta", indican. Una sordera que se suma al silencio de
un mal que sigue siendo un tabú y, muchas veces, un misterio.
Fuente: zoomnews